lunes, 27 de marzo de 2017

Mujeres cubanas en los medios: utopía hecha realidad



Por Aileen Infante Vigil-Escalera

La imagen femenina y los temas relacionados con la mujer estuvieron ausentes durante muchísimo tiempo de la prensa nacional pre-revolucionaria, atendiendo a los roles establecidos por la sociedad patriarcal tan fuertemente machista que imperaba en la Isla antes 1ro de enero de 1959.

Hablar de los problemas de las cubanas durante aquellos años en cualquier medio de prensa significaba romper los límites tradicionalmente impuestos de espacio público y privado determinados para uno u otro sexo por la sociedad. Pero las mujeres necesitaban un espacio propio que las representara y se hiciera eco de su voz y respondiera a sus intereses durante aquellos años.

De ahí que, según afirma el profesor Julio César González Pagés en su artículo “Los 193 años de la prensa femenina en Cuba”, con la salida de El Correo de las Damas, en 1811, queda inaugurada la prensa destinada a las mujeres en la Isla, donde «eran resaltados preceptos morales, sexuales y de todo tipo sin escapar de la visión patriarcal de la sociedad cubana decimonónica donde los roles maternales, maritales y de la familia la ponían en una eterna minoría de edad».

Sin embargo, estos criterios fueron cambiando hasta la fecha del 24 de febrero de 1895, cuando con el número de El Fígaro, dedicado a mujeres cubanas relacionadas con la educación y la cultura, y su impactante editorial a cargo de Aurelia Castillo titulado Esperemos, se creaba un nuevo tipo de opinión que relacionaba a las cubanas al feminismo.

Empiezan a ser común entonces, durante el período 1902–1940, el surgimiento de otras publicaciones como El Feminista Cubano, El Sufragista, Emancipada, Femenina, Feminista, La Mujer, La Mujer Moderna, La Sufragista, Lyceum, entre otras, que, si bien constituían una manera de visualizar a la mujer y de representar sus intereses durante esos años como un paso de avance en la búsqueda de un lugar dentro de la sociedad, muy pronto se vieron desplazadas por otras que incentivaban el retorno femenino al ámbito privado establecido tradicionalmente.

Asimismo, en su libro En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba, este autor afirma que durante las décadas de 1940 y 1950, la promoción de la prensa del consumo de productos domésticos para las mujeres, fue mucho más visible y trascendente que en etapas anteriores.

No en vano la marca de detergente FAB, promocionado por aquel entonces bajo el lema de «quita la grasa como por encanto», ha quedado hasta hoy como el nombre genérico de cualquier detergente.  

MUJERES

En 1959, con el triunfo de la Revolución y con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) como protagonista, se lucha por crear nuevos espacios de visibilidad mediática para las mujeres, donde no se tuviera que recurrir a la sátira o cualquier otro recurso para exponer los verdaderos problemas e intereses femeninos.

De la fusión inicial de viejas revistas, dando lugar a nombres como Ellas en Romances, se pasó rápidamente a fundar otras más emblemáticas de los nuevos tiempos como Mujeres y Muchacha, donde se ha dado espacio a un tipo de cubanas regularmente desaparecidas de los medios de comunicación, como son las macheteras, cafetaleras, militares, deportistas y obreras; y a las principales problemáticas en torno a ellas.

Según la investigadora Neyda Peñalver Díaz, el proyecto impulsado por la FMC encontró su medio de divulgación inicial en Mujeres, revista constituida como órgano de difusión ideológico de la organización que funcionó, y sigue funcionando, como la voz de las mujeres cubanas.

«En sus páginas se expusieron sus principales problemas y se trabajó en función de su igualdad en todas las esferas de la vida, siendo recurrentes los temas de educación sexual y los vinculados al plano familiar, éstos últimos emprendidos con el objetivo de extender la igualdad femenina a los sectores privados, donde con más fuerza sobrevivían los estereotipos y roles tradicionales. La violencia doméstica, las funciones dentro del hogar y la crianza de los hijos fueron algunas de las cuestiones desarrolladas durante el período».

Además, como afirma la periodista Dixie Edith Trinquete Díaz, «la primera vez que una mujer humilde, y además negra, iluminó con su sonrisa la portada de una revista cubana fue el 15 de noviembre de 1961 en el primer número de Mujeres. Era la declaración de principios de un colectivo que nacionalizó la revista Vanidades y el «american way of life» que ella representaba».

Pese a los logros alcanzados, la mujer no solo se conformó con ser el objeto de la noticia sino que comenzó a visibilizarse dentro de los propios medios de comunicación y sus rutinas productivas en las cuales, sin duda alguna, marcó grandes pautas en la manera de hacer y pensar el periodismo nacional.

Aun cuando los especialistas en el tema consideren insuficiente el trabajo realizado y Helen Hernández Hormilla, periodista de Servicio de Noticias de la Mujer de América Latina y el Caribe (SEMlac) asegure que los pocos realizados, de manera muy aislada por demás, carecen de una verdadera profundidad de análisis y de investigación, limitados, por lo general, a las relaciones entre hombres y mujeres.

«Si bien existe una tendencia en los medios nacionales a hablar de la mujer, muchas veces los trabajos no pasan de ser una loa a la excepcionalidad femenina que, por lo general, terminan acentuando símbolos y estereotipos tradicionales que vuelven a enlazar a la mujer con su función familiar, con la reproducción de la vida y con la estética», dijo.

No obstante, sí existen algunos órganos de prensa en el país con profesionales preparados en los temas de género que trabajan desde entonces por revertir la situación y asignarle a la mujer cubana el tan merecido espacio que le corresponde como protagonista de cuanto proceso social, económico y político se desarrolla en la Isla.

En este propósito, la visualidad y todos sus exponentes han desempeñado un rol decisivo en volver realidad esta quimera.

Tomado de Cubahora

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