martes, 14 de marzo de 2017

Niñas y niños tienen derecho a elegir


Por Lisandra Chaveco

El juego constituye para niñas y niños en las edades tempranas la actividad más importante. Es en ese ambiente de socialización en el que comienza a conformarse su personalidad e identidad genérica, y también el lugar donde reproducen roles y comportamientos que han vivido u observado pasivamente.

Y es que una y otra vez el camino trazado por la cultura logra reproducir los estereotipos de género en actividades aparentemente tan inocentes como los juegos infantiles.

Con mucha frecuencia padres y madres incurren en el error de asignar los juguetes a sus hijas e hijos siguiendo una clara diferenciación sexual. Bolas, trompos y pelotas para los varones, mientras los juegos de cocina y las muñecas son el obsequio ideal para las niñas.


En el caso de los pequeños, casi siempre son actividades que se desarrollan en espacios abiertos, fuera de la casa, que requieren de mayor esfuerzo físico, más dinamismo. Sin embargo, a las del otro sexo se les suele retener en casa, apelando a su pasividad, delicadeza y organización como características ideales.

Pero, ¿por qué negarles la posibilidad a ambos de elegir libremente sus juguetes? Fomentemos su interacción en las diversas actividades y pongamos a su disposición los juguetes, sin desalentar o alentar el uso de ninguno.

Desde la niñez, el juego contribuye a delinear un perfil de hombre o de mujer culturalmente asignado. Por tanto, despojar de contenidos sexistas al juguete favorecerá la posibilidad de que estos puedan construir y elaborar un modelo de masculinidad y feminidad nacido desde la equidad.

El proceso de socialización de género comienza desde la primera infancia y la libertad en el juego constituye la clave para formar una identidad de género, que sin sesgos e imposiciones, contribuirá al desarrollo integral de los infantes.

             

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